Industrias Rústicas

El campesino asturiano, desde tiempo inmemorial, obtenía de la Naturaleza todo lo que necesitaba para hacer frente a las necesidades de la vida diaria, tanto para la elaboración de productos destinados al consumo doméstico (quesos, mantecas, sidra, pan, etc.) como para la fabricación de las prendas de vestir y calzar, la construcción de viviendas y edificios auxiliares de la actividad agropecuaria, los enseres, las herramientas, el mobiliario..., en palabras de Jovellanos (1782): "nada de cuanto es necesario para el uso de la vida sencilla deja de labrarse y construirse por estos naturales".

Por todo el territorio se distribuía una amplísima red de talleres de carácter familiar en los que se desarrollaban los más variados oficios artesanales orientados tanto al mercado local como a los mercados de fuera de Asturias. El hierro, el cobre, la madera, la piedra, el barro, el lino, la lana, el cáñamo... fueron dando forma a las casas, los aperos, los instrumentos, con los que generación tras generación de hombres y mujeres fueron construyendo el paisaje, sembrando la tierra, cosechando sus frutos y transformándolos en arte. En cultura.

Alrededor de la industria del hierro, el Catastro del Marqués de la Ensenada (mediados del siglo XVIII) censó 1557 artesanos metalúrgicos en Asturias y nos habla de cómo los mazos servían hierro para la fundición de "calderos, herraduras y otras herramientas para las labores del campo'. Esta industria rústica requería una gran cantidad de artilugios y técnicas complementarias, desde la elaboración del carbón vegetal en los montes, hasta las herrerías y los mazos, machucos o martinetes, auténticos ingenios de la siderometalúrgica tradicional movidos por agua canalizada a un sistema de ruedas.

Por otro lado, las manufacturas tradicionales asturianas tienen un carácter profundamente rural, siendo muchas veces segundos trabajos que buscaban en el pequeño mercado local un complemento para las escasas rentas de las familias campesinas, como es el caso de madreñeros, goxeros, alfareros,...

Desde siempre, el consumo de sidra en Asturias fue el más popular tanto por su precio con por las abundantes pumaradas que se concentraban más intensamente en los valles de la Mariña. En el Occidente se consumía vino, contando el Catastro del Marqués de la Ensenada (siglo XVIII) 53 lagares de pisar uva en Cangas de Tineo y 11 en Ibias.

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