vida tradicional

Instrumentos Musicales, Canciones y bailes

La organografía popular asturiana integra los instrumentos tradicionales de más raigambre con los que incorporaron tiempos y modas. La base rítmica del baile antiguo son los panderos y panderetas, siempre femeninos. En manos de los bailarines, las castañuelas y los pitos responden al ritmo de los panderos y dan ocasión para el lucimiento individual. Cuando no hay medios, se adaptan los útiles de la casa: el cedazo y la payella también acompañaron al baile; esta creatividad se mantiene muy viva en los instrumentos de viento de fabricación casera, quizás los más variados: cuernas, berrones, flautas de hueso, zampoñas de centeno... en una tradición muy antigua que en Asturias podría rastrearse casa por casa.

Más tardía, y vinculada a la romería, es la pareja de gaita y tambor. La historia de la gaita (el instrumento más arraigado en la cultura asturiana) se documenta en la Baja Edad Media, aunque el tambor, en su forma actual, tiene su origen en las bandas militares del siglo XVIII. Otros instrumentos melódicos de gran fuerza fueron el violín y la zanfoña, que sonaron por ferias y mercados en manos de ciegos mendicantes junto con el bombo, la pandereta o los hierros. El clarinete y el acordeón llegaron a la música asturiana en el siglo XIX por la influencia de la cultura urbana, al igual que en el caso de sonadores mecánicos -pianolas y organillos- que, a comienzos del siglo XX, hicieron perder clientela a los músicos tradicionales.

La tonada es la forma musical de mayor prestigio en la cultura asturiana, alcanzando el emblemático nombre de canción asturiana. Es muy floreada, exige buenas cualidades físicas y se canta en solitario, a la rueda del carro del País o al son de la gaita, en un ritual que se mantiene en toda su pureza. Los tipos de tonada se diferencia por zonas geográficas (Carreñana, Allerana) o por sus contenidos (minera).

La canción para el baile es patrimonio de la mujer, heredera y transmisora del cancionero asturiano. La melodía en el baile es más sencilla que la tonada y suele emplear versos de ocho sílabas en forma de cuarteta o romance. Destaca la vaqueirada, de gran fuerza expresiva, melodías de carácter arcaico y ritmo vivo y marcado.

En Asturias conviven dos formas coreográficas diferenciadas: las danzas y los bailes. Las danzas se diferencian de los bailes por su carácter más solemne y en ellas se adivina un primitivo sentido mágico-ritual; por otra parte son manifestaciones de mucha perduración a lo largo del tiempo. Entre las danzas que se mantienen aún, están el Corri-Corrí de cabrales, la Lluita de Bual, las danzas de palos y arcos, la Danza Pelegrina y la Danza Prima, con variantes de sentido más festivo. Entre las desaparecidas destacan las de espadas.

Los bailes se caracterizan por sus movimientos más libres, por su sentido más festivo y por ser más abiertos a los cambios y modas. Se dividen en varios tipos: bailes a lo suelto ( xota, saltón, muñera y pericote), agarrado (pasodobles, vals, polka, rumba, etc.), bailes de corro (xirandilles, cariao) y bailes de juego (ríu verde, la raposa, etc.).

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